jueves, 2 de diciembre de 2010

Entrevista con Pablo Rumel, ganador del Premio Novela Editorial MAGO 2010:

“En esta novela aparece otro tipo de secuestro, uno de los más raros que podría haber, que es el secuestro mental”


Rumel es el creador detrás de El secuestro, obra ganadora del Premio Novela Editorial MAGO 2010. Esta novela tiene como base la desaparición de un escritor, el escurridizo Robles Martínez, que desencadena una investigación de diferentes personajes que por distintas razones intentan dar con su paradero. Mientras, una organización secreta de asesinos, psicóticos y agentes encubiertos (muchos de ellos poetas) impide que esto suceda, de la manera y con los artilugios que sean necesarios. Un texto que entra a jugar en los imprevisibles campos de la memoria.

Por Carla Trenfo y Sebastián Barros


El secuestro es una novela con un entretejido narrativo notable, donde desde el principio se invita al lector a una búsqueda. Una búsqueda que olfatea huellas que aparecen y desaparecen sobre la marcha misma, como pisadas sobre la arena, y, al mismo tiempo, van apareciendo otras aparentemente intrascendentes, pero que con el correr de las páginas se vuelven indispensables. Las pistas, por supuesto, son para encontrar a Robles Martínes, un escritor supuestamente secuestrado. O, y aquí las telarañas narrativas, para terminar de olvidarlo. Por lo mismo este libro termina convirtiéndose en una verdadera metáfora de la creación literaria, pero sin proponérselo. Sin caer en arribismos poéticos, ni en soberbia escritural, porque la narración es ágil y no cae en un engrudo: no se muerde la cola sola.

Rumel crea un mundo tan parecido a éste, que llega a dar escalofríos, donde una organización secreta se mueve como pez bajo el agua haciendo lo que quiere, matando, maniatando para sus propios fines, mientras la realidad duerme en ese tráfago incansable de zombies que con suerte miran al vecino. Todos, aunque no lo quieran, son posibles víctimas. Todos duermen en una inocencia casi infantil. Y qué mejor ejemplo de esto que el caso de WikiLeaks.

Secuestramos un rato entonces al creador de El secuestro, para que nos dé posibles pistas de por dónde empezar a buscar a Robles Martínez.      

¿Dónde nace El secuestro?

Hace un par de años había escrito una novela titulada Voces de arena, que finalmente nunca me convenció del todo. Era lo primero que había escrito, y sentía que le faltaba fuerza. De ella extraje un apéndice y comencé a moldearlo hasta crear El Secuestro. Entonces El Secuestro vendría a hacer el siamés monstruoso de esa primera novela, que fue separado tras una violenta operación quirúrgica.

La obra tiene mucho de reflexión sobre la escritura misma, ¿qué te lleva a escribir literatura sobre literatura?

Durante un tiempo me fascinó mucho. Creía que en ese juego se condensaba toda la literatura, que sólo las mentes maestras de nuestro tiempo podían hacer esos malabares. Pero luego me di cuenta que no, que aquello que tanto valoraba, ahora se había transformado en una moda facilona. Hasta los escritores más malos escribían sobre literatura. Entonces para sacarme la bala por ese añejo gustito, decidí incluir en este libro ese juego que tanto me había gustado.  De todas formas es algo que no me interesa desarrollar más en el futuro, porque es algo que noto agotado, y que a excepción de Vila-Matas, a muy pocos les resulta.


¿Cómo definirías el género de El secuestro?

Es una mixtura que vista desde muy lejos (o muy cerca) se emparenta con la novela negra y la ciencia-ficción. Combina ambos elementos en diversas dosis, aunque no me gusta catalogar lo que hago, pues me salió la novela de esa forma. No hubo una intención deliberada, hecha totalmente a conciencia de mi parte, de mezclar novela negra con ciencia-ficción.

"yo creo que todos los personajes tienen un fondo de verdad, respiran y viven en alguna parte, pueden aparecer en cualquier momento apuntándote con un revólver, escapando de la obra y secuestrándote"
 La novela está narrada a través de los ojos de los personajes, pero fragmentadamente, ¿te llama más la atención eso que un narrador clásico? ¿Como escritor joven te llama la atención la experimentación literaria?

Me gusta esa esquizofrenia de asumir voces que no son de uno. Yo creo, al revés de lo que dice Fernando Vallejo, que uno sí puede impostar voces y comenzar a hacer hablar personajes que ni remotamente se parecen a uno en la vida cotidiana. Soy un convencido de que somos una pluralidad de yoes, siempre estamos cambiando. Nos creemos el cuento de que somos sólo una persona y adoptamos una única personalidad, cuando podríamos ser una multitud.

Respecto a la experimentación literaria, me interesa mucho correr los riesgos de escribir lo novedoso, probar a crear sin usar fórmulas, intentar estirar al máximo el diapasón de la escritura, pero sin romperlo. Tiene que haber un mínimo de coherencia, pensar que se puede escribir como un conservador, pero a la vez romper todos los esquemas. Un ejemplo de lo que digo fue Borges, que haciendo ficciones aparentemente clásicas, fue más vanguardista que muchos autores que se autoproclamaban vanguardistas en aquella época.

"No quisiera terminar como Bela Lugosi, durmiendo en ataúdes y vistiendo como el conde Drácula"

Qué nos puedes contar de Robles Martínez, el personaje principal de la obra…

Además de lo que se puede leer en la novela, quiero dejar la interrogante sobre su edad y su sexo. ¿Por qué todos creen que Robles Martínez exclusivamente se trata de un hombre? Son sólo dos apellidos que si bien suenan muy masculinos, podrían pertenecer a una mujer. Sin embargo, esto no se aclara en la novela, y se asume que se trata de un escritor realista, respetado entre sus colegas. A mí me gusta darle continuidad a los personajes, cuestionarlos, ponerlos en distintos contextos, como hizo mil y una vez Balzac. Puedo decir, como modo de adelanto, que Robles Martínez volverá a aparecer en otras obras, y que inclusive he ido dejando pistas ocultas en la red sobre él, por si alguien quiere jugar al detective, encontrará algunas cosas.

¿Cuál es tu relación personal con Robles Martínez?

Bueno, no me gusta entrometerme mucho con mis personajes. No quisiera terminar como Bela Lugosi, durmiendo en ataúdes y vistiendo como el conde Drácula. Pero más allá de la postura maniquea de ciertos autores, que conciben a sus personajes como muñequitos manipulables, yo creo que todos los personajes tienen un fondo de verdad, respiran y viven en alguna parte, pueden aparecer en cualquier momento apuntándote con un revólver, escapando de la obra y secuestrándote. Y por supuesto, uno no los inventa para nada,  simplemente se descubren, pues siempre estuvieron ahí, en una dimensión paralela a la nuestra.

En ese sentido, ¿en qué te basaste para construir los personajes?

Como bien decía, no soy de esos autores que crean fichas con descripciones de los personajes, porque no los construyo, no los moldeo en base a alguien o algo.  No soy Dios ni un pequeño Dios al interior de mis creaciones. Va a sonar algo exagerado, pero cuando estoy escribiendo, imagino un lugar, una calle, una habitación, y de pronto es como si surgieran estos personajes, casi exigiéndome que les relate sus vidas. Como algunos autores dicen que los temas llegan solos, se les impone casi por destino, yo podría decir de mí lo contrario: que busco deliberadamente los temas, pero que los personajes se me imponen. Salen de las sombras y me piden que les redacte un papel para la historia, y yo me aplico y ahí voy escribiendo las cosas que ellos me van contando.

"Puedo decir, como modo de adelanto, que Robles Martínez volverá a aparecer en otras obras, y que inclusive he ido dejando pistas ocultas en la red sobre él, por si alguien quiere jugar al detective, encontrará algunas cosas"
George Pérec escribió una novela llamada El secuestro (su traducción en español), donde aparte de la toda la trama, no escribió la letra “e” en todo el texto (ese era su secuestro); aparte de Robles Martínez, ¿qué más está secuestrado en tu novela?

La idea del secuestro atraviesa toda la obra, desde el momento inicial en que uno de los personajes habla de una gran matanza, hasta la última línea del diario de Robles Martínez. Pero no me refiero al secuestro físico solamente, sino que al secuestro metafísico también, que es esa idea muy desgraciada que nos ronda en la cabeza de que algo en la vida se nos perdió, que ese algo que no sabemos qué es, fue secuestrado por alguien, y que el pago por el rescate no se tranza en dinero, sino con la vida misma.  No por nada, en muchas legislaciones el secuestro es severamente castigado, después del parricidio. Por otro lado, aparece otro tipo de secuestro, uno de los más raros que podría haber, que es el secuestro mental. En vez de aprisionar a una persona, se le roban sus memorias y se manipulan con oscuros fines.

Es decir, hay un énfasis que tiene que ver con lo mental. ¿Cuál es el trabajo que haces con la memoria? Todo el libro está fundamentado con recursos literarios que conservan la memoria: pensamientos, diarios de vida, recuerdos, etcétera…

La memoria es algo que me ha intrigado siempre. Partamos por la base de que somos lo que fuimos, es decir, nuestro pasado es sumamente determinante en nuestro presente. Lo mismo ocurre con nuestro entorno; nos dijeron que esos adultos eran nuestros padres, tíos, hermanos, etcétera. Y vives tranquilamente con esa certeza. Pero si pudieras insertarle a alguien una memoria falsa ¿qué pasaría? Sería otra persona, totalmente distinta. Eso ya se ha retratado en el cine y en la literatura, entonces yo quise llegar más lejos y planteé la posibilidad de robar la memoria de alguien, y almacenarla como si se tratase de pececitos en una pecera. Para lograr este juego no bastaba con describirlo, con decir “Juanito le robó a menganito la memoria”, así es fácil, entonces ¿qué hice? Tuve que recrear el secuestro de la memoria hasta el último detalle, que en mi caso no pasa meramente por lo descriptivo, sino que trato de emularlo con la escritura misma; para eso me valgo de las narraciones en primera persona, para tratar de recrear por medio de líneas de pensamiento la memoria que fue secuestrada.

“Entre los escritores jóvenes se da mucho el tallerismo, como si hacer un libro tuviera que ver con un taller de confección”

Hay un aura en la novela bien Sin City (creación de Frank Miller). ¿Qué te llama la atención de ese ambiente?

Seres sombríos al borde de la locura, un héroe retorcido hasta decir basta, un pederasta desquiciante, me encantan esos fenómenos retratados por Miller. Me gusta la sordidez del ambiente, esa asfixia que se siente en la cual todos pueden morir ante el menor descuido, con mucha violencia. Ahora respecto a mi novela, no había pensando en el parentesco con Sin City, pero ahora que me lo preguntas debe ser por esa tristeza y frustración que rodea a muchos de mis personajes. La agresión física y psíquica es algo que siempre me ha encantado de retratar, si bien reconozco que como recurso es demasiado efectista, por eso yo trato de dosificar la violencia explícita, para que otros temas que me interesan tanto o más que la violencia, no sean tragados por ese espiral frenético y puedan surgir a la superficie.

Hablando de ambientes, en El secuestro pareciera que hay cierta burla al medio literario-cultural chileno, ¿es así?

Hay una parodia a la SECH, al negocio de las editoriales, al mundo de los escritores mismos. No sé si hubo una intención directamente burlona, con eso de hablar del mundo literario, pues al fin y al cabo es algo que sólo le puede interesar a la gente como yo, que vive inmersa en este mundillo. Creo que esas referencias funcionan mejor como metáforas, de otras cosas que irá descubriendo el lector; por eso los poetas de mi novela ejercen una función muy distinta a la de crear versos, al igual que las editoriales, que no se limitan a editar libros, sino a intervenir de manera fría y calculadora en la realidad.

"Se puede escribir como un conservador, pero a la vez romper todos los esquemas. Un ejemplo de lo que digo fue Borges, que haciendo ficciones aparentemente clásicas, fue más vanguardista que muchos autores que se autoproclamaban vanguardistas en aquella época".

¿Cómo ves la creación literaria entre los jóvenes?

Eso de diagnosticar nunca me ha gustado, porque queda muy de doctor. Pero ya que me preguntaste no me queda otra que responder, ponerme mi cotona blanca y decirte que no veo mucho riesgo. Muchos escriben a la segura, y algunos que han intentado experimentar con formas nuevas, han quedado sólo en eso, en un bonito y reluciente armazón vacío por dentro. El otro fenómeno que se da mucho es el tallerismo, como si hacer un libro tuviera que ver con un taller de confección. Entonces claro, eso provoca que los autores jóvenes escriban como el maestro les dicte, por mucho que traten de convencerte de que ellos despertarán tus potencialidades, y que ellos no intervendrán sustancialmente en el proceso creativo. Y eso es la mayor mentira. No porque exista mala intención, sino porque se ha descubierto hace unos años atrás que en el cerebro existen neuronas espejos, entonces al final esos jóvenes terminan como monos, repitiendo lo que sus profesores les enseñan. Fin de la cotona blanca. No obstante, tengo la intuición, y ahora me voy a poner mesiánico, de que esto muy pronto se acabará. No sé si algunos dejarán de tener miedo al riesgo; pero comenzarán a proliferar jóvenes valientes, dispuestos a dar la batalla solos, sin mafias literarias ni devaneos de cualquier tipo. Esas serán obras fabulosas para disfrutar, y muy pronto llegarán.

¿Pero consideras que hay una nueva novela chilena?

Si te refieres a una generación, creo que al final siempre ocurre lo mismo: existen un par de tipos o un grupúsculo híper hinchado por los medios, y luego de unas décadas ya no los recuerda nadie, ni en su casa. No me gustan esas camarillas. Creo que uno puede adjetivar de mil maneras a las creaciones actuales, pero al final el juez que dictaminará quienes ganaron la carrera será el tiempo. Y yo estoy convencido de que esto no se trata de cien metros planos, sino de una larga maratón, agónica, y repleta de baches.

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